Butembo,
R.D.C.
Hoy
se cumplen 50 años del asesinato del héroe nacional congolés
Patrice Émery Lumumba. Fue el primer gobernante elegido
democráticamente después de la independencia del Congo, aunque duró
muy poco en el cargo. Aunque siempre lo negó, se le acusó de ser
comunista y buscar alianzas con los países soviéticos. Este
discurso, pronunciado el 30 de junio de 1960 en la ceremonia de
independencia, no estaba previsto y se dice que fue su sentencia a
muerte (el rey de Bélgica y numerosa prensa internacional estaban
presentes). Lumumba fue asesinado el 17 de enero de 1961.
«
Hombres y mujeres congoleses, luchadores de la independencia,
que hoy sois victoriosos, os saludo en nombre del gobierno congolés.
Os
pido a todos, amigos míos que habéis luchado incesantemente a
nuestro lado, que este trece de junio de 1960 sea conservado como una
fecha grabada indeleblemente en vuestros corazones, una fecha cuyo
significado enseñaréis con orgullo a vuestros hijos, para que
ellos, a su vez, transmitan a sus hijos y a sus nietos la historia
gloriosa de nuestra lucha por la libertad.
Porque
si bien la independencia del Congo es celebrada hoy con el acuerdo de
Bélgica, una nación amiga con la cual estamos en pie de igualdad,
ningún congolés digno de ese nombre podrá olvidar jamás que fue
con la lucha que ganamos la independencia, con una continua y
prolongada, ardiente e idealista lucha, en la cual no ahorramos
nuestra fuerza ni nuestras privaciones, nuestros sufrimientos ni
nuestra sangre.
De
esta lucha de lágrimas, fuego y sangre estamos orgullosos hasta las
raíces más profundas de nuestro ser porque fue una lucha noble y
justa, absolutamente necesaria para acabar
con la infamante esclavitud que nos fue impuesta por la fuerza.
Este
fue nuestro destino durante los ochenta años de gobierno colonial;
nuestras heridas están aún demasiado frescas y son todavía muy
dolorosas para permitirnos borrarlas de nuestra memoria.
Conocimos el trabajo deslomador que se nos exigía la cambio
de salarios que no nos permitían satisfacer nuestra hambre,
vestirnos o alojamos decentemente, ni criar a nuestros niños como
las amadas criaturas que son.
Conocimos
la burla, los insultos, los golpes, sometidos mañana, tarde y noche,
porque éramos negros. ¿Quién olvidará que a un negro se le
dirigía la palabra con términos familiares no por cierto como a un
amigo, sino porque las formas más corteses estaban reservadas a los
blancos?
Conocimos
la expoliación de nuestras tierras en nombre de supuestos textos
legales que en realidad solo reconocían el derecho del más fuerte.
Conocimos
que la ley no era nunca la misma, se tratase de un blanco o de un
negro; que era benévola con uno, cruel e inhumana con el otro.
Conocimos
el atroz sufrimiento de aquellos que fueron encarcelados por sus
opiniones políticas o sus creencias religiosas; exiliados en su
propio país, su destino fue peor que la misma muerte.
Conocimos
que en las ciudades donde había magnificas casas para los blancos y
chozas destartaladas para los negros, que los negros no eran
admitidos en los cines o restaurantes, que no podían entrar en los
negocios llamados "europeos", que, cuando un negro viajaba,
era en la bodega más baja del barco, a los pies del blanco acomodado
en su cabina de lujo.
Y,
finalmente, ¿quién olvidará los ahorcamientos, o las escuadras
incendiarias, por las que perecieron tantos de nuestros hermanos, o
las celdas donde eran brutalmente arrojados aquellos que escapaban de
las balas de los soldados, esos soldados que los colonialistas
convirtieron en instrumento de su dominación?
Todo
esto, hermanos, nos ha hecho sufrir profundamente.
Pero
todo esto, sin embargo, nosotros, que por el voto de vuestros
representantes electos debemos guiar a nuestro amado país, nosotros
que sufrimos en nuestra carne y en nuestro corazón la opresión
colonialista nosotros os decimos: todo esto ha terminado desde hoy.
La
República del Congo ha sido proclamada y nuestro amado país está
ahora en manos de sus propios hijos.
Juntos,
hermanos míos, comenzaremos otra lucha una lucha sublime, que
llevará a nuestro país a la paz, a la prosperidad y la grandeza.
Juntos estableceremos la justicia social y aseguraremos a cada hombre
la justa remuneración por su trabajo.
Enseñaremos
al mundo lo que el negro puede hacer cuando trabaja en libertad, y
convertiremos al Congo el centro de África. Vigilaremos que las
tierras de nuestra nación beneficien realmente a los hijos de
nuestra nación.
Reexaminaremos
las leyes anteriores, y haremos otras, justas y nobles.
Terminaremos
con la supresión del libre pensamiento, y haremos que todos los
ciudadanos puedan disfrutar totalmente de las libertades
fundamentales establecidas en la Declaración de los Derechos del
Hombre.
Suprimiremos
la discriminación -cualquiera sea- y otorgaremos a cada individuo el
justo lugar a que le da derecho su dignidad humana, su trabajo y su
devoción hacia su país.
Y
para todo esto, amados compatriotas, podéis estar seguros de que
contaremos, no solo con nuestras enormes fuerzas e inmensas riquezas,
sino también con la asistencia de numerosos países extranjeros cuya
colaboración aceptaremos mientras sea honesta y no intente
imponernos ningún sistema político, cualquiera que sea éste.
En
este terreno, aun Bélgica,
que comprendiendo finalmente el sentido y dirección de la historia
cesó de oponerse a nuestra independencia, está dispuesta a
brindarnos su ayuda y amistad; hemos
firmado, a este efecto, un tratado como dos países iguales e
independientes.
Estoy seguro de que esta cooperación será provechosa para ambos
países. Por
nuestra parte, y aun cuando sigamos vigilando, sabremos cómo
respetar los compromisos contraídos libremente.
Así,
en los asuntos internos como en los exteriores, el nuevo Congo que mi
gobierno creará será un país rico, libre y próspero. Pero para
llegar pronto a este objetivo, os pediré, legisladores y ciudadanos
congoleses, que me ayudéis con todas vuestras posibilidades.
Os
pido que olvidéis vuestras disputas tribales que consumen nuestras
energías, y que arriesgan convertirnos en el objeto de desprecio de
las demás naciones.
Pido
a la minoría parlamentaria que ayude a mi gobierno mediante una
oposición constructiva, y que permanezca dentro de los límites
estrictos de la legalidad y la democracia.
Os
pido a todos que no exijáis de un día para otro aumentos
desconsiderados de salarios, antes de que pueda poner en marcha un
plan general mediante el cual espero asegurar la prosperidad de la
nación.
Os
pido que no evitéis ningún sacrificio para asegurar el triunfo de
nuestra magnífica empresa. Os pido, por fin, que respetéis
incondicionalmente la vida y la propiedad de vuestros conciudadanos,
y la de los extranjeros establecidos en nuestro país. Si el
comportamiento de estos extranjeros dejara a veces algo que desear,
nuestra justicia se apresurará a echarlos del territorio de la
República; si, por el contrario, su conducta es satisfactoria, no se
los molestará porque también trabajan para la prosperidad de
nuestro país.
Y
esto, mis hermanos de raza, mis hermanos en el conflicto, mis
compatriotas, es lo que yo quería decimos en nombre del gobierno, en
este magnífico día de nuestra independencia soberana y completa.
Nuestro
gobierno -fuerte, nacional, popular- será la salvación de este
país.
¡Honremos
a los combatientes de la Libertad Nacional!
¡Viva
la unidad e independencia africanas!
¡Viva
el Congo Independiente y Soberano! »
Lumumba
Butembo,
R.D.C.
Aujourd'hui marque les 50 ans depuis
l'assassinat du héros national congolais Patrice Émery Lumumba. Il
a été le premier dirigeant démocratiquement élu depuis
l'indépendance du Congo, mais n'a pas duré longtemps. Bien qu'il
ait toujours nié, il a été accusé d'être communiste et de
chercher des alliances avec les pays du bloc soviétique. Ce
discours, prononcé le 30 Juin 1960, à la cérémonie de
l'indépendance n'était pas attendu et on dit que c'était sa
condamnation à mort (le roi de Belgique et de nombreux médias
internationaux étaient présent). Lumumba a été assassiné le 17
Janvier de1961.
«
Congolais et Congolaises, Combattants de la liberté aujourd’hui
victorieux, je vous salue au nom du gouvernement congolais.
À
vous tous, nos amis qui avez lutté sans relâche à nos côtés, je
vous demande de faire de ce 30 juin 1960 une date illustre que vous
garderez ineffaçablement gravée dans vos cœurs, une date dont vous
enseignerez avec fierté la signification à vos enfants.
Cette
indépendance du Congo, nul Congolais digne de ce nom ne pourra
jamais oublier que c’est par la lutte qu’elle a été conquise,
une lutte de tous les jours, une lutte ardente et idéaliste, une
lutte dans laquelle, nous n’avons ménagé ni nos forces, ni nos
privations, ni nos souffrances, ni notre sang.
Cette
lutte, qui fut de larmes, de feu et de sang, nous en sommes fiers
jusqu’au plus profond de nous-mêmes, car ce fut une lutte noble et
juste, une lutte indispensable, pour mettre fin à l’humiliant
esclavage qui nous était imposé par la force.
Ce
fut notre sort en 80 ans de régime colonialiste ; nos blessures sont
trop fraîches et trop douloureuses encore pour que nous puissions
les chasser de notre mémoire, car nous avons connu le travail
harassant exigé en échange de salaires qui ne nous permettaient ni
de manger à notre faim, ni de nous vêtir ou nous loger décemment,
ni d’élever nos enfants comme des êtres chers.
Nous
avons connu les ironies, les insultes, les coups que nous devions
subir matin, midi et soir, parce que nous étions des « nègres ».
Nous
avons connu les souffrances atroces des relégués pour opinions
politiques ou croyances religieuses ; exilés dans leur propre
patrie, leur sort était vraiment pire que la mort même.
Nous
avons connu qu’il y avait dans les villes des maisons magnifiques
pour les Blancs et des paillottes croulantes pour les Noirs,
Qui
oubliera enfin les fusillades où périrent tant de nos frères, les
cachots où furent brutalement jetés ceux qui ne voulaient plus se
soumettre au régime d’injustice, d’oppression et d’exploitation.
Nous
qui avons souffert dans notre corps et dans notre cœur de
l’oppression colonialiste, nous vous le disons tout haut : tout
cela est désormais fini. La République du Congo a été proclamée
et notre cher pays est maintenant entre les mains de ses propres
enfants.
Ensemble,
mes frères, mes sœurs, nous allons commencer une nouvelle lutte,
une lutte sublime qui va mener notre pays à la paix, à la
prospérité et à la grandeur.
Nous
allons établir ensemble la justice sociale et assurer que chacun
reçoive la juste rémunération de son travail.
Nous
allons montrer au monde ce que peut faire l’homme noir lorsqu’il
travaille dans la liberté, et nous allons faire du Congo le centre
de rayonnement de l’Afrique toute entière.
Nous
allons veiller à ce que les terres de notre patrie profitent
véritablement à ses enfants. Nous allons revoir toutes les lois
d’autrefois et en faire de nouvelles qui seront justes et nobles.
Et
pour tout cela, chers compatriotes, soyez sûrs que nous pourrons
compter non seulement sur nos forces énormes et nos richesses
immenses, mais sur l’assistance de nombreux pays étrangers dont
nous accepterons la collaboration chaque fois qu’elle sera loyale
et ne cherchera pas à nous imposer une politique quelle qu’elle
soit.
Ainsi,
le Congo nouveau que mon gouvernement va créer sera un pays riche,
libre et prospère.
Je
vous demande à tous d’oublier les querelles tribales qui nous
épuisent et risquent de nous faire mépriser à l’étranger.
Je
vous demande à tous de ne reculer devant aucun sacrifice pour
assurer la réussite de notre grandiose entreprise.
L’indépendance
du Congo marque un pas décisif vers la libération de tout le
continent africain.
Notre
gouvernement fort – national – populaire, sera le salut de ce
pays.
J’invite
tous les citoyens congolais, hommes, femmes et enfants de se mettre
résolument au travail, en vue de créer une économie nationale
prospère qui consacrera notre indépendance économique.
Hommage
aux combattants de la liberté nationale !
Vive
l’Indépendance et l’Unité africaine !
Vive
le Congo indépendant et souverain ! »